Espolón Geta. Primer encuentro.
Viernes noche y perdidos en mitad del bosque entre el Hueso y la Quinta Buitrera. Finalmente Kiko logra orientarse y encontramos el buen camino. Por mi parte estaba agotado. Con un macuto de más de 27 kilos y tras pasar un día con las tripas revueltas, sólo pensaba en llegar al vivac y echarme a descansar. Por fin en el vivac, era fantástico. Cenamos y nos salimos a una pradera, donde estuvimos hablando hasta pasada la 1 de la noche. Se estaba muy bien, incluso hacía un poco de calor. Al día siguiente nos levantamos tarde, desayunamos y subimos al Cancho Amarillo. Kiko entonces recibe una desafortunada noticia que nos obligará a estar de vuelta a las 14h. en Manzanares. Se nos truncaron por completo nuestros planes. Tras casi una hora discutiendo que hacer y casi por insistencia de Kiko, me meto en el primer largo. “Bueno, pues hasta donde lleguemos y me bajo”. La idea seguía siendo la misma, escalar todo ese espolón desplomado sin ayuda de la maza. Comienzo en escalada artificial desde pie de vía. Me paso a la vía verdestrón donde hago un par de pasos de estirarse en clavos, para posteriormente volver a la microfisura desplomada del espolón Geta. Sigo avanzando hasta que llego al paso clave de ese diedro. Pongo un microfisurero, pero cuando estoy ya encima de él y preparado para meter el siguiente seguro, tracciono mal y se arranca un granito que lo mantenía en su sitio. ¡¡¡A volar!!! Y gente que había por ahí abajo flipando y preguntando a Kiko… “¿Eso qué es, eso es A1 no? No, si ya te decía yo que a mi esa escalada no me gustaba… bueno ¿tú no querías ver una caída?” Mientras yo, estaba dando vueltas como una peonza a poco de ser detenido por la copa de un árbol. Subo de nuevo para arriba y veo el estropicio que había hecho el microfisurero en la roca, ya no se podía volver a usar ese agujero. Ahora pruebo un poco más abajo con un alien negro. Este queda genial, apoyando todas las levas muy bien sobre las paredes de la fisura. Aún así lo pruebo para asegurarme. Me vuelvo a subir, voy a poner el siguiente seguro y… ¡¡¡A volar!!! ¡¡ME CAGO EN DIOS!! Menuda cara de gilipoyas se me quedó cuando me encontraba de nuevo ahí abajo, se había salido el alien. Otra vez arriba, miro la roca de nuevo, “¡estupendo!, ahora ya cabe un fisurero del 1” Lo meto y lo pruebo de nuevo. Ahora utilizo una técnica diferente y hago oposición del seguro de abajo mientras piso el pedal del fisurero y estirándome en una posición un poco amorfa, consigo meter por fin un buen alien. Sigo subiendo, meto un cámalot del 2 y llego a un par de clavos unidos por unos cordinos, de donde decido bajarme para que no se nos haga tarde volviendo a Manzanares. Hasta aquí nuestras aventuras por el cancho amarillo.
1 comentario:
Mi macuto también pesaba 27 o más....jeje....a ver que va a pasar!
Publicar un comentario