31 octubre 2011

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07 octubre 2011

Vía Nosferatu (Picu Urriellu) - Restaurada


Restaurada la Vía de la cara Norte del Urriellu “Nosferatu” (1980-2011) por Miguel Ángel Mora y Víctor Sánchez.





La idea de repetir y equipar la vía Nosferatu en la cara norte del Picu Urriellu, rondaba por mi cabeza desde que hace unos pocos años decidí volver a practicar la escalada con más frecuencia. También quise interesarme por las rutas que diseñé en mi época de aperturista. Me propuse recapitular. Me alegró muchísimo saber que algunas de esas vías de la Pedriza se habían restaurado, de otras, con la ayuda de mis amigos, ya me ocuparía yo.


En Septiembre de 2010, puesto de acuerdo con el imprescindible Alfredo Íñiguez, organizamos un encuentro de amigos en Vega Urriellu para celebrar el trigésimo aniversario de nuestras vías abiertas en 1980. Como no podía ser de otra forma, hicimos "Amistad con el Diablo", junto con nuestro querido amigo Mikel. Días después escalamos Alfredo y yo el Espolón del Lago al Neverón de Urriellu, y dejamos instaladas algunas clavijas en largos y reuniones. Así, acordamos encontrarnos todos los años, en septiembre en Vega Urriellu, para seguir celebrando aniversarios, pero sobre todo para disfrutar de nuestra inquebrantable amistad.


A mediados de septiembre de 2011 ya estamos de nuevo en nuestro punto de encuentro. Juan de Tielve, se ha ocupado de subir con sus mulas comida y material para una larga estancia. En general nos acompaña el buen tiempo y vamos realizando algunas actividades en el Pico de Santa Ana, Torre Cerredo, el mismo Picu…….y por supuesto disfrutando de días de ocio y haciendo amigos de distintas partes del mundo, así de cosmopolitas se han vuelto los Picos de Europa.


Había conocido a Víctor Sánchez Martínez el año anterior. Estos días, cuando volvió de escalar “Soy un hombre nuevo” acordamos hacer juntos la “Nosferatu” : El 27 de septiembre, al amanecer, apagábamos nuestras frontales a pie de vía. Él, tenía la ilusión, el oficio de guía y la fuerza; yo, mucho tesón y las llaves de la vía que me daban los recuerdos de haberla abierto treinta y un años y un mes antes. Decidimos escalar rápido, Víctor iría en cabeza y yo no perdería el tiempo en mi labor como segundo de cuerda.





Habiendo remontado la canal de la Celada hasta su estrechamiento, la entrada la hacemos por un bonito y fácil diedro, evitando la canal que usamos originalmente y que a mi entender utiliza la “Diosa turquesa”. Corrigiendo un poco el trazado original ganamos la fisura que conduce al diedro característico, y allí encontramos un buril que no fue instalado en la primera ascensión. La escalada se torna difícil y aérea, Víctor escala con mucha maestría, me llama la atención su dominio en el uso de los pitones, sabe combinar perfectamente el espíritu clásico con las técnicas modernas.






La llegada a la reunión me transporta aún más en el tiempo, me siento muy feliz de colgar de esas tres clavijas, al ver el sólido ”multipresa” René Desmaisón hundido en la roca casi hasta su cabeza siento un profundo agradecimiento por Bernabé Aguirre que generosamente nos donó varias docenas de clavos para este proyecto. En la placa que conduce a la salida del diedro, la roca pincha las yemas de nuestros dedos como si fueran l os mismísimos dientes del Vampiro. El vacío de los siguientes metros extraplomados es estremecedor.

Alegremente enlazamos con la vía “Pidal-Cainejo” y después de dos largos de cuerda en común nos plantamos en la base del ansiado Espolón Norte.

Una corta travesía a la izquierda, por la vía “Schulze”, nos sitúa en el lugar correcto. Ahora recuerdo perfectamente el muro que nos espera, se trata de escalar con tendencia diagonal hacia la derecha, la roca es muy compacta y presenta solo pequeñas fisuras ciegas, me admiro de la gran dificultad de estos pasos y de la visión que tuvimos antaño Javier Martín y yo, para descubrir este camino en libre, que parece el único entre las magníficas defensas que presenta la pared.



Víctor me consulta y guiado por la firmeza de mis recuerdos llega a la ingrávida reunión que monta sobre tres sólidos clavos en el centro del Pilar Norte. La evidencia nos sigue llevando un poco en diagonal hacia la derecha y encontramos un buen clavo de acero, sección de “V”, y otro buril que no fue instalado en la primera ascensión. Así, nos aproximamos de nuevo, pero sin tocarla, a la vía “Pidal-Cainejo” y montamos una buena reunión.

El día de la apertura retorné al centro del Pilar mediante unos pasos en estribos sobre un muro muy vertical con pequeñas fisuras. Ahora un poco más arriba, Víctor descubre en una “panza de burra” una fisura que logra escalar en libre con mucho estilo, en dirección un poco hacia la izquierda. La reunión vuelve a ser vertiginosa, la dimensión nos la da una cordada vasca que evoluciona por la “Hedonista”, al mirarla algo se mueve en nuestros estómagos.

Desde aquí no divisamos la fisura de la luna, pero de nuevo la firmeza de mis recuerdos nos lleva hacia la izquierda en aérea travesía hasta encontrarla.

Vamos superando la difícil fisura por su rama izquierda y luego cambiamos a la derecha donde hacemos reunión (la primera ascensión se hizo toda sobre la rama izquierda. Me causa asombro la presencia de un pequeño jardín botánico en mitad de la hendidura, ¿cómo es posible que estas bonitas plantas hayan elegido este sitio para vivir, en plena cara norte, en la verticalidad, y a casi 2.500 m. de altitud?


Ahora escalamos con rapidez por terreno más fácil y llegamos a un tinglado de cuatro parabolts en línea utilizados en rescates, pronto alcanzamos la arista cimera. Nos invade una gran emoción, abrazos, fotos, gritos de alegría…..Habíamos instalado 31 clavijas nuevas, y liberado un largo de la vía en 11 horas de escalada. Entre nosotros había nacido una sincera amistad y un claro conocimiento de las facultades de cada uno, además de un montón de ideas para nuevas actividades. Comenzamos la línea de rápel, al terminar el último encendemos de nuevo las frontales, a veces el arte de la escalada, por su precisión, me recuerda mucho las matemáticas.

En este proyecto nos habíamos unido dos escaladores de muy distintas generaciones, pero con los mismos ideales: pasión por lo bello y amor por las montañas.

Texto: Miguel Ángel Mora “Biafra”






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