TIS-SA-ACK (Half Dome 1968-69) Part I
(Galen Rowell, 1973)
Hennek:
La idea de esta vía fue fundamentalmente de Robbins. Estaba en la cabeza de muchos jóvenes, y durante largo tiempo, pero creo que significaba más para él que para ningún otro. Él ya tenía dos rutas abiertas en esta pared, y no podía soportar que nadie le quitara esta. Quería ser el dueño del Half Dome.
Robbins:
Al atardecer, Marshall (que es como Roper llamaba a Pratt, igual que a mi me llamaba Roy para evitar lo pretencioso de la palabra Royal al completo) abrió un bello largo por ese enorme diedro en diagonal de roca blanca, atravesada por chorreras de liquen negro: la Zebra. La leyenda nos cuenta que esas chorreras fueron hechas por las lágrimas de una joven india, a quién dedicamos el nombre de la ruta.
Pratt:
Aseguré sobre estribos desde lo alto de la reunión del final de este primer largo, que no fue malo del todo, menos al comienzo, donde a unos nueve metros de altura, sin ningún seguro por debajo, comienzas a escalar en artificial con clavijas muy pequeñas y malas. A Robbins le gustaba el siguiente largo porque era expanding, y era su excusa perfecta para poder jugar con esos malditos fisureros con los que sentía que hacía algo bueno de verdad, cosa que yo dudaba. Pero es que yo soy, realmente, bastante prudente. Al final subimos a cuerda fija y dormimos en una gran repisa a la que llamamos “el dormitorio”.
Pratt encabeza el primer largo de la "Zebra"
Hennek:
Lo hubiéramos pasado realmente en grande en la “Zebra”, pero no teníamos suficientes pitones de los grandes, y eso encima de ir arrastrando dos sets enteros de pesado material. Necesitamos como unas diez clavijas de 5cm de ancho, y una docena de 4cm. La razón por la que llevamos dos sets enteros de material era porque así podía estar escalando un primero mientras otro recuperaba el largo anterior. Escalé de primero hasta el final de la Zebra, y llegó Pratt para relevarme en el desplome de salida, mientras Robbins recuperaba el largo.
Robbins:
Desde la reunión que montó Hennek la fisura se hacía de un ancho de unos 12cm. Así que Marshall (Pratt) usó una clavija de ese ancho, la más grande que teníamos. Fue algo misterioso, el subir de esa manera. Luego puso alguna clavija mejor, y usó dos fisureros en una laja terrible. Las clavijas la habrían arrancado de la pared. Pero no le acababa de convencer, ya que odiaba los fisureros. Contaba como le iban quedando, y los recolocaba una y otra vez. Yo creo que quería que se saliesen, para poder decir que ya me lo había avisado. Pero le sujeté durante un buen rato para que colocara un buril, y no fue una buena situación, ya que antes se empeñaba en quitar un fisurero de la laja, porque decía que la iba a arrancar.
Hennek:
No podíamos ver a Pratt mientras burilaba sobre el desplome, pero Glen Denny, que estaba sacándonos fotos camino arriba por la base, tomo unas buenas imágenes de nosotros colgando allí mientras Chuck trabajaba. Mientras anochecía Robbins subió a jumar y yo comencé la recuperación del largo.
Robbins:
Cuando llegué a la reunión me percaté de que Pratt había clavado en plan salvaje tres clavijas en fisuras poco prometedoras. No había de donde colgarse seguro. En cuanto imaginé a los tres colgados de aquellas clavijas saqué el burilador. Marshall no era conocido como un fanático antiburiles, pero si que puede que fuera el más lento poniéndolos. Coloqué un bolt seguro y franco, y descendimos a pasar la noche.
Hennek:
Royal dice que bajamos a pasar la noche, pero no bajó muy deprisa. Estaba allí renegando y maldiciendo en la oscuridad, hasta que acabó sonando una rasgada. Había puesto demasiado peso en un punto lateral de su hamaca. Al instante comenzó una explosión de gritos y palabras malsonantes. Creo que fue divertido. Y siguió un buen rato. Yo estaba asombradísimo de su perdida completa de control, ya que siempre se comportaba como un iceberg.
Robbins:
Al día siguiente tuve una experiencia única: colocando dieciséis bolts seguidos. No hubo otra manera de superar aquella zona lisa. Aunque esta era una valiosa vía como para burilar, al rato comencé a tener un perverso deleite en ello, o por lo menos por hacerlo lo mejor posible. Y creo que dejé la mejor burilada artesanal que exista en el mundo, con bastante alejamiento entre los bolts. Sosegadamente, me alegró poder alcanzar, con la ayuda de una uña skyhook, una fisura descendente, desde una repisa que había cuatro metros más arriba. Cuando Marshall llegó arriba estaba desvariando. Lo cierto es que desvarió bastante en aquella pared. Él es un destacado cachondo, y habitualmente canta a pleno pulmón, cual Othelo mosqueado.
“¿Por que, por que, por que?”_chillaba sin parar.
¿Por que estoy escalando?, …podría ser un sargento del ejército, con seguridad y auto respeto. ¿Por qué se me ocurriría empezar a escalar?...Mierda!, podría ser un físico, con un gran escritorio y una secretaria…. Una secretaria!_Repetía con una mirada de reojo.
“Pero no, no, no….no pude hacer eso!.....Tuve que abandonar la escuela, por que….”
_alzando la voz in crescendo. “…yo, al igual que Chris Bonington, ….elegiiiiiiii escalar”.
Yo me moría de risa. Lo estábamos pasando en grande. Nada de tensión. Nada de egos. Pero se nos acababan los buriles y el agua. Tendríamos que descender al día siguiente. Estaba atardeciendo y…
Hennek:
Retomo mis comentarios aquí, para salvarnos a todos de otra de las fervientes descripciones de Royal, de cómo fue la puesta de sol. Después de una noche en la repisa (una laaaarga noche de octubre), rapelamos colocando buriles, de reu colgada en reu colgada. Todos deseábamos regresar. Estaba siendo una gran apertura, queríamos volver cuanto antes, y abandonamos mucho material en la base, para ahorrar el porteo a la vuelta.
Pratt:
Pero cuando regresamos, en Junio, el nevero de la cumbre estaba aún chorreante. Había sido un invierno duro. Así que lo paralizamos y me fui a los montes Tetons. Robbins se fue a Alaska a luchar en plan alpini, y Dennis fue a divertirse escalando a Tuloume Meadows, donde volvió a lesionarse de una vieja avería que le mantuvo alejado de la actividad durante un año.
En octubre yo recibí una carta de Robbins diciéndome que estaría preparado en pocos días para regresar al Half Dome. Pero luego me fastidió bastante que no apareciese, y después de esperar más, tampoco apareció, con lo que hice planes para ir al Capitan con Tom Bauman. Y es que como no se veía a Robbins por ahí, la gente empezaba ya a buscarle escalando en solo por la pared del Half Dome. Pero al final, cuando acabó apareciendo varios días después, sus modales (frió y tenso), me quitaban las ganas de retomar la vía. Decía que no podía esperar a que Tom y yo hiciéramos aquella escalada. Creo que se estaba obsesionando demasiado por el Dome, así que decidí no ir con él.
Robbins:
Cuando Pratt dijo que no vendría me quedé bastante aliviado. Al menos esta vez no podría hacerme sentir como si estuviera ensuciando los pantalones de un Montañero Americano. Me sentía culpable con una cámara cuando el estaba encordado. Es como pedirle a un indio Navajo que pose, y yo nunca lo haría. Marshall odia las cámaras tanto como mis juegos de palabras o mis 5.10 psicológicos. No quiere que haya nada entre él y la propia experiencia de la escalada.
Pratt me sugirió que hablara con Don Peterson. Peterson había estado haciendo la Diedral Wall, y estaba caliente y preparado para algo tan largo y difícil. Y aunque no había estudiado nunca la pared que le estaba proponiendo, no costó mucho persuadirle.
Peterson:
Acordamos meternos en la pared por la mañana. Robbins era un hombre totalmente poseído. Estaba completamente enfilado con el Half Dome. Por la noche llovió a mares, y por la mañana la cosa estaba fea, pero Robbins quería que nos metiéramos porque decía que no era una tormenta. No me gustaba pero no dije nada, así que comenzamos a andar esperando el bombardeo por momentos.
Robbins:
Nuestros petates eran asesinos. Paramos donde comienza la gran placa y miramos hacia arriba con gran fijeza. “No sabes en lo que te metes, ¿no…?” le comenté jocosamente.
“Bueno, no creo que sea mucho más duro que cosas que ya he hecho”, replicó él.
Yo me quedé absolutamente helado. El tono de nuestras conversaciones fue ese durante los siguientes ocho días.
Peterson:
Lo que no me gustó fue su asunción de superioridad. El asumir que era el líder solo porque era Royal Robbins. No me cuadraba. He escalado vías en el valle tan duras como las que haya hecho él, además hice la Dihedral más deprisa. Incluso me mandó a por agua según llegamos a la base de la pared. Por supuesto no lo hice.
Robbins:
Durante la subida a la base del Half Dome Don me preguntó si había algún largo en la North American Wall, más duro que el tercero. Le dije que no, que como mucho igual de difícil. Entonces dijo que no tendrían problemas en completar la vía. Mead Hargis y él habían llegado hasta el L3, y no fue mal del todo. “¿De verdad?” _le dije yo. “Bueno la verdad es que os será más fácil porque Lauria y Hennek tuvieron que poner un buril”
“Oh no”_respondió. “Nosotros lo aplastamos”
En pocas horas de escalada llegamos al “dormitorio”. La escalada era algo extraña con Don. Como muchos de los escaladores jóvenes, Don era intensamente impaciente. Parece que solo le preocupaba la velocidad. Y la velocidad está en el lugar en el que está. No es la más noble de las habilidades de los escaladores, pero motiva a muchos de ellos. No me gustaría volver a sentir la presión de Don subiendo impacientemente como una maquinaria eléctrica por la cuerda. Y tampoco me gustaría que hubiese un salto generacional hacia esto, pero ahí está. Durante ocho días estuvimos bloqueados por un sombrío conflicto, cada uno tan metido en su arrogancia como para no ver las debilidades del otro.
Peterson:
Al segundo día llegamos a lo alto de la “zebra”. Royal me aseguraba en estribos mientras yo acababa esta sección. Justo allí comenzaba la fisura ancha. Robbins me decía que Pratt había clavado una clavija de10cm de ancha invertida, en un ancho de 12cm de la fisura. Estudie la zona un momento, y me pregunté por que habría llevado un bong más ancho en aquella ocasión. Yo no pude hacer lo mismo, así que tomé tres bongs y los puse unos dentro del otro, y conseguí rellenar bien la fisura, pero daba bastante yuyu. Aun lo recuerdo como todo un simpático e ingenioso arrebato de ingeniería.
Robbins:
Después de que hiciese aquel extraña maniobra con los bongs, Don alcanzó la laja en la que Pratt tuvo sus aventuras con los fisureros. “Hace mucho que no utilizo fisureros”_dijo Don, como para curarse en salud ante mis posibles criticas a su habilidad con ellos. Después de que colocara el peso sobre el segundo fisurero que puso, este se salió, arrancando también el primero y cayendo casi cinco metros. Aquello no le gustó nada, y, para el siguiente intento, colocó un par de clavijas previas, y cuando ya no podía poner más por lo expansivo de la laja, entonces empotró un fisurero y se colgó de el. Como aguantaba comenzó a tomar algo de cuerda y a buscar con la mirada el bolt que colocó Pratt. Entonces volvió a saltar el fisurero, y el voló de nuevo, esta vez unos seis metros, arrancando las clavijas de la laja. Temí que se desanimara, pero rápidamente se recompuso y subió por la cuerda, colocó bien dos nuts, y llegó al deseado buril. “Espíritu combativo”_pensé. Luego pensé en que Don era jugador de “football” (rugby), y en como debería cargar hasta la línea final del campo, al igual que aquí iba a la carga hasta conseguir estos largos.
3 comentarios:
MARAVILLOSO.Seria ademas mucho pedir,que me facilitaras algun dato,deireccion,comercio,donde poder encontrar este libro?.
Soy avido lector de todo lo relacionado con la escalada en america...la verdad,seria perfecto hacerme con un ejemplar.
Com ademas por pedir no se pierde nada,si supieras donde encontrar otro gran libro llamado escaladas en yosemite" de george meyers...te invitaria a una cena!.
Un abrazo.
Yo me lo encontré de pura coña en una vieja tienda de Madrid....igual puedes encargarlo a USA,.... manda algun mail a esta gente y lo mismo te lo consiguen http://jpmountainbooks.com/tempindex.html......salutens
Eso haré,gracias kiko.
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