Historia de los Empotradores (Part I)
Traducción del documento "2001, a Nut Odyssey" de Stéphane Pennequin
Durante las décadas de los años 20´s y los 30´s, Inglaterra había demostrado una aversión bastante generalizada hacia las clavijas, pero no por preservar el medio, sino por motivos rigurosamente éticos. Su uso era entendido como algo desleal y poco complaciente, hasta llegar al punto de una retirada masiva de pitones de la mayoría de sus riscos. La escalada libre, basada en el equilibrio corporal, era la única comúnmente aceptada, y ella contemplaba la posibilidad de una retirada en destrepe, de cualquier lugar al que antes se hubiera subido con cautela. Un estilo del que Paul Preuss fue pionero a principios de siglo XX en los Alpes, y que Preuss llevó a lo extremo con su ética de “sin clavijas” (las entendía como herramientas para una emergencia). Muchas grandes escaladas fueron abiertas de ese modo, mediante el aprovechamiento de salientes y lajas naturales de la roca para ser anudadas solo con anillos de cordino.
Paul Preuss
Durante las décadas de los años 40´s y 50´s, muchas (por no decir, la inmensa mayoría) de las rutas de escalada, seguían líneas naturales de la roca. En Inglaterra, los escaladores solían hacer acopio de piedras de diferentes tamaños, recogidas habitualmente en la base de dichas escaladas, y guardadas en los grandes bolsillos de las pantalonadas que llevaban. Por ejemplo, recogían piedras de granito de la región de Gales, y se las llevaban a las zonas de gritstone o de caliza de Derbyshire, para mosqueo de los geólogos, que no podían asimilar la existencia de aquellas rocas alienígenas.
En 1954, Joe Brown y Don Whillans utilizaron piedras empotradas en una fisura de gran dificultad, de la Oeste de la Aiguille du Blaitiére. Los escaladores franceses Paragot y Bérardini, autores de la segunda ascensión de la ruta, al no conocer aquella técnica, pensaron que aquellos ingleses eran marcianos, o de otro planeta. En aquella época, se usaban cuerdas y cordinos de grosores entre los 5 y 10 mm, cocidos en agua azucarada para hacerlos más flexibles y corredizos.
Pero mediada la década de los 50, la “Edad de Piedra” tenía los días contados, y una nueva etapa acababa de comenzar: “La Edad del Hierro”. La técnica del empotramiento de piedras gozaba de gran generalización, pero el nuevo grito comenzó a ser la introducción de piezas artificiales de metal (habitualmente tuercas). Hughie Banner plantea a Jack Soper como responsable de esta idea. Él podría ser el primero que empotró tuercas de metal en las fisuras, para escalar. John Brailsford comenta, no obstante, que sería muy difícil acreditar el primer ascenso con aquellas “Machined Nuts”,ya que, al igual que en otros ámbitos, esto fue algo totalmente espontáneo, y por lo tanto muy posible en cualquier otra zona de la Inglaterra industrial.
Algunas tuercas antiguas aligeradas
Los primeros ejemplares aun no tenían suavizadas las aristas, pero no debió tardarse mucho en hacerlo, para eliminar el peligro de corte del cordino que llevaban pasado por el agujero. Las tuercas funcionaban como las piedras, pero tenían la ventaja de poder pasarles el cordino. El gran avance evitaba llevar los bolsillos llenos de pedrolos, que, además, tenían que ser anudados, y habitualmente en situaciones de lo más extremo y variopinto. De ese modo también fueron utilizados tubos de metal, anudados por el orificio, y cuñas y trozos metálicos algo flexibles y expansivos debido a su tamaño.
La "Snowdown Railway Line"
Dave Gregory recuerda que él y Jack Soper solían recoger grandes tuercas de las vías de la Snowdon Railway Line, una línea de ferrocarril que unía Llaberis con Snowdon, el pico más alto de Gales. Este pequeño tren de vapor, que tiene más de cien años de edad en la actualidad, pasaba bastante cerca de “Colgwyn dúr Arddu” (abreviado como Cloggy), la mítica escuela de escalada inglesa. Ellos tenían la superstición de que si encontraban alguna tuerca en la caminata de aproximación a los riscos, aquello significaría que tendrían suerte en la escalada de dia.
(stephane pennequin©)
El Acorn
Desde esos momentos, cualquier objeto susceptible de ser empotrado comenzó a ser estudiado por los escaladores. En 1961, un herrero de Sheffield llamado John Brailsford (que después llegaría a ser profesor de ingeniería tecnológica), creo el primer diseño de empotrador específicamente diseñedo para la escalada, el “Acorn” (Bellota). El primero salió en tres tallas diferentes, entre los 2,5 y 1,5 centímetros de ancho, aproximadamente, y fue construido a partir de unas piezas de aleación de aluminio. Además Brailsford creo unos iguales pero de “tufnol”, una fibra resinosa que llevaban algunas piezas ligeras y resistentes de los Rolls Royce.
El “Acorn” llevaba una tuerca alojada en su interior, atada a un cordino, lo cual ofrecía dos grosores empotrables diferentes, en el mismo aparato. Estos fueron, muy probablemente, los primeros empotradores comercializados en Inglaterra, por la Roger Turner Mountain Shop de Nottingham.
Un MOAC y un Acorn (stephane pennequin©)
Pero muchas de las fisuras que se escalaban con técnica de empotramiento de mano, o en bavaresa, demandaban un tipo de empotrador mas ancho. Después de calcular anchuras, John Brailsford prediseño unos tacos piramidales truncados, hechos de prueba en madera de balsa. Coronet Tools, una compañía de Derby especializada en aluminios, construyó seis prototipos en los que John practicó dos perforaciones, con un radio de unión en un extremo.
En los años 60´s, los testeos de cuerdas eran casi una exclusiva de Maurice Dodero, quién tenía un grosor estándar de 10 mm para sus trabajos. John dedujo que, en la medida en la que pudiera aumentar el arco o distancia sobre la que pasaba el cordino, en la parte alta del empotrador, aquello reduciría el riesgo de corte del cordino, en ese punto critico de contacto. Así fue como nació una estrella: el “MOAC”.
Los primeros Acorn de la marca Clog (stephane pennequin©)
Joe Brown, Don Roscoe (del club Rock & Ice), John Brailsford y su compañero de cordada, Doug Cook, comenzaron a usarlos, y a gozar de unos niveles de cómoda seguridad en la escalada en roca, totalmente inusitados hasta la fecha. En 1962, una primera partida de MOACs fue fabricada en Manchester, y el guía de alta montaña Peter Gentile, fue el encargado de proporcionarles un acabado a mano. Se montaron con cordino de 9mm, y Alan Kimber, un amigo de John Brailsford, pensó en bautizarlos como: los “Johnny”, término utilizado en el lenguaje popular de entonces para denominar a los condones.
Ellis Brigham, poseedor de una famosa cadena de tiendas de deportes al aire libre, de UK, esponsorizó los primeros juegos de aquellos empotras. Dueño también de una importante compañía importadora de material de escalada (la “Mountain Activities”), se sirvió en bautizarlos como los famosos MOAC. Muchos escaladores, ingleses y americanos, guardan sus originales juegos de MOACs, por el fuerte vinculo sentimental que les proporcionan.
4 comentarios:
Buen curro... muy interesante!
!Vivan los empotradores¡
A mediaos de los 70 me llevé del segundo largo de la Mataelvicial una cosa rectangular metalica con una driza y no sabia nada de esas modernidades, to lo de metal pa casa.
A mediaos de los 70 me lelve del segundo alrgo de la Mataelvicial una cosa rectangular con una driza, no sabia que era un empotrador, pero alguien ya los usaba.
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