18 enero 2006

DryTooling en Tora Bora



Calzose los pinchos el joven hidalgo y díjole a su escudero Talo Lagartijero -"Cántame la vía de abajo arriba que sin primor alguno voy a crujirla" - así cuenta la leyenda que comenzó aquella vía...






Y aunque muchas personas fueron testigos de aquel fenómeno paranormal, las leyendas urbanas corren y vuelan entre los riscos de la Pedriza. Por ejemplo la del Sapo. Cuentan que Kiko de camino a Tora Bora escuchó unos gemidos detrás de unos arbustos. Escusándose, dijo que iba a mear detrás de una arizónica pero sin embargo, fue a investigar aquellos misteriosos gemidos. Cuando llegó al lugar vió al espíritu de Teógenes sobre una jara. Por lo visto Teo se presenció en forma de bola fuego, pero ni consumía la Jara ni echaba humo. En aquel lugar se pronunció con pocas palabras, pero suficientes para Kiko. -"Hijo, si deseas alcanzar la gloria en el séptimo grado deberás chupar el primer sapo que te encuentres por el camino." - y Teo desapareció. Pensativo, Kiko fue a buscar a sus compañeros que siguieron subiendo hacia Tora Bora. Pasado unos minutos, algo comenzó a croar entre los pies de Kiko. Era un Sapo de apariencia chunga. Como era un poco sordo, no se había percatado que lo había pisado hacía tiempo y lo llevaba pegado a la suela de la bota. No sabía cómo, aún tenía fuelle para hacer croack croack ese mutilado sapo. La sangre recubría su ya rojiza piel. Kiko se sentó y con sumo cuidado despegó al pobre sapo de su bota izquierda y le pego unos cuantos lametazos como le aconsejó el espíritu de Teógenes. Lo demás ya se conoce, se calzó sus gatos "pinchos" y escaló la vía.

Tambien está la leyenda del Ovni. Dicen que Kiko mantenía contactos con seres extraterrestres y que negociaron, a cambio de información genética humana, que a las 15.32 del Sábado (día en el que se efectuó el encadenamiento) ellos aparcarían el Ovni encima de Tora Bora y lanzarían un chorro de luz protocelular que le aislaría de cualquier efecto de la gravedad.




Pero no hay que olvidar tampoco el calzado con el que contaba. Las malas lenguas dicen que insertó una punta de acero en el gato, que le ayudó a "crear" algún canto que otro en la piedra mientras iba escalando. Que la goma no era vibram, sino un recubrimiento a base de profilácticos usados de la marca Control. De todas formas, todo son conjeturas y lo que sí es cierto, es que el gato apareció con un desgaste sobrenatural para un sólo pegue.


2 comentarios:

Kiko dijo...

Me tienes que pasar pirulas de esas que te han mandado para lo tuyo tio!......como te lo pasas mamón!.....buen rollito con el Teo....buen rollito

Javi L. dijo...

Hay un momento en el día en el que me tomo 4 a la vez... jajajajajaja El Teo es Dios y actúa como tal

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